Libretos
Libreto | Fiesta de San Mateo
SANTA MISA
FIESTA DE SAN MATEO,
APÓSTOL Y EVANGELISTA
PRESIDIDA POR S.E.R
ROBERTO DELGADO
ARZOBISPO DE GUADALAJARA
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Cantemos al Amor de los Amores)
CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES
Cantemos al amor de los amores,
cantemos al Señor,
Dios está aquí, venid adoradores adoremos
a Cristo Redentor. R.
Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra bendecid al Señor;
honor y gloria a Ti,
Rey de la gloria, amor por siempre a Ti,
Dios del amor. R.
Unamos nuestra voz a los cantares
del coro celestial;
Dios está aquí;
al Dios de los altares alabemos
con gozo angelical. R.
Los que buscáis solaz en vuestras penas
y alivio en el dolor;
Dios está aquí
y vierte a manos llenas los tesoros
de divinal dulzor. R.
Oh rara caridad y real fineza,
oh dulce memorial;
Dios está aquí con toda su riqueza
con su cuerpo y sangre divinal. R.
Terminado el canto de entrada, el Obispo y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el Obispo, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
La Paz este con Ustedes.
R. Y con tu Espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El obispo invita a los fieles al arrepentimiento diciendo las siguientes palabras:
Queridos hermanos el día de hoy nos reunimos en nuestra Catedral para celebrar la Fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista, por eso queridos hermanos, para iniciar estos sagrados misterios empezamos por reconocer nuestros pecados ante dios todopoderoso.
El Obispo y el Pueblo:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios nuestro señor.
El Obispo:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD
(Alejandro Mejía)
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
CRISTO, TEN PIEDAD
CRISTO, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
GLORIA
(Alejandro Mejía)
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias, R.
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; R.
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; R.
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. R.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Termina el himno, el obispo con las manos extendidas dice:
Oremos.
Dios nuestro, que, con inefable misericordia, te dignaste elegir a san Mateo para convertirlo de publicano en Apóstol, concédenos que, sostenidos por su ejemplo y su intercesión, te sigamos fielmente y vivamos siempre unidos a ti. Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Ef 4, 1-7, 11-13)
Él fue quien concedió a unos ser apóstoles y a otros, evangelizadores.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios:
Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz. Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos. Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor
SALMO RESPONSARIAL
(Sal 18)
El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.
Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmite a la otra noche. R.
Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido, y su mensaje hasta el fin del mundo. R.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO
R. Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido, y su mensaje hasta el fin del mundo.
R. Aleluya, Aleluya, Aleluya.
EVANGELIO
(Mt 9, 9-13)
Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Mateo
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió. Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores? Jesús los oyó y les dijo: No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego el Obispo hace la homilía.
ORACIÓN DE LOS FIELES
El Obispo invita a los fieles a orar diciendo:
A Jesucristo, Palabra viva que ilumina nuestros pasos, dirijamos nuestras oraciones diciendo con fe:
Que se cumpla en nosotros tu Palabra, Señor.
1. Por la Iglesia, fundada sobre la fe de los apóstoles, para que, en medio de la fragilidad, de la duda y de las contradicciones que tiene que enfrentar, sepa encontrar la luz y la fuerza de la Palabra viva del Evangelio. R.
2. Por el Papa, el colegio episcopal y los sacerdotes, para que, como San Mateo, descubran cada día la mirada de amor de Jesús sobre ellos y renueven su sí alegra a la voluntad de Dios. R.
3. Por los que han sido llamados a enseñar la Sagrada Escritura, para que, en su arduo servicio, nunca dejen de anunciar la centralidad de la Buena Noticia del Evangelio, contenida en el amor y en la misericordia del Padre. R.
4. Por los que viven en la indiferencia, en la soledad, en el desánimo, para que escuchen la invitación de Jesús a sentarse e la mesa con Él y acoger la salvación y la alegría de su abrazo. R.
5. Por todos nosotros y por nuestra comunidad, para que aprendamos de Jesús a no juzgar nunca a los hermanos y a acoger a los pecadores con misericordia. R.
El Obispo concluye la oración universal.
Padre escucha nuestras oraciones para que como San Mateo descubramos la mirada de amor de Jesús. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
LITURGIA EUCARISTÍCA
CANTO DE OFERTORIO
(Este pan y vino - Carmelo Erdozáin)
Este pan y vino, Señor
Se transformarán
En tu cuerpo y sangre, Señor
En nuestro manjar.
Gracias al sol y al labrador
En el altar florecen hoy
Las espigas, los racimos
Que presentamos a Dios. R.
Lo que sembré con mi dolor
Lo que pedí en mi oración
Hoy son frutos, son ofrendas
Que presentamos a Dios. R.
El Obispo inciensa las ofrendas, la cruz y el altar, después un diácono inciensa a el Obispo y al pueblo.
El Obispo de pie en el centro del altar y mirando hacia al pueblo dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mio y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Obispo con las manos extendidas dice la oración sobre las ofrendas:
Oremos.
Al venerar la memoria de san Mateo, te presentamos, Señor, nuestras oraciones y ofrendas, y te pedimos humildemente que mires con amor a tu Iglesia, cuya fe alimentaste con la predicación de los Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén
PREFACIO
El fundamento y el testimonio apostólico
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno: por Jesucristo, Señor nuestro.
Porque quisiste edificar tu Iglesia sobre el fundamento de los Apóstoles, para que ella permaneciera siempre en la tierra como el signo de tu santidad y anunciara a todos los hombres las verdades eternas.
Por eso, ahora y para siempre, con la multitud de los ángeles te cantamos fervorosamente aclamando y diciendo:
SANTO
(Alejandro Mejía)
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARISTÍCA III
El Obispo con las manos extendidas dice:
Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego el Obispo dice:
Este es el Sacramento de Nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor jesus.
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Juan Pablo VI, a nuestro Arzobispo Roberto Delgado, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el Obispo, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir.
Extiende las manos y junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el Obispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el Obispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
El Obispo, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el Obispo, añade:
Como hijos de dios intercambien un signo de comunión fraterna.
CORDERO DE DIOS
(Alejandro Mejía)
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ.
El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
(Milagro de amor - Cristy Villaseñor)
Jesús, aquí presente en forma real
Te pido un poco más de fe y de humildad
Quisiera poder ser digna de compartir
Contigo el milagro más grande de amor.
Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.
Y hoy vengo
Llena de alegrías
A recibirte en esta eucaristía
Te doy gracias
Por llamarme a esta cena
Porque aunque no soy digno
Visitas Tú mi alma.
Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que Tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.
Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que Tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.
ORACIÓN DESPUÉS DE
LA COMUNIÓN
El Obispo desde la sede con las manos extendidas dice:
Oremos.
Hemos participado. Señor, de la alegría de la salvación que experimentó san Mateo al tener de invitado en su casa al mismo Salvador; concédenos nutrirnos siempre con el alimento de aquel que no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén
RITO DE CONCLUSIÓN
El Obispo viendo hacia al pueblo con las manos extendidas dice:
El Señor este con Ustedes.
R. Y con tu Espíritu.
El Obispo prosigue:
Dios todopoderoso,
que los estableció sobre el fundamento apostólico los bendiga por la intercesión del glorioso Apóstol Mateo.
R. Amén
El Obispo:
Él, que quiso instruirlos
con la doctrina y los ejemplos de los apóstoles,
los ayude a ser ante todos los hombres
testigos de la verdad.
R. Amén
El Obispo:
Que la intercesión de los santos apóstoles,
que los instruyeron en la sólida doctrina de la fe,
les permita a todos ustedes, alcanzar la herencia eterna.
R. Amén
El Obispo concluye diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Luego el Obispo o el Diácono dice:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
ANTÍFONA MARIANA
(Salve Regina - Marco Frisina)
Salve, Regina, Mater misericordiae
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve
Ad te clamamus exsules filii Hevae
Ad te suspiramus, gementes et flentes
In hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
Misericordes oculos ad nos converte
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui
Nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens
O pia
O dulcis
Virgo Maria
CANTO DE SALIDA
(Tu reinaras - Jesed)
Tú reinarás, este es el grito
Qué ardiente exhala nuestra fe
Tú reinarás, oh Rey Bendito
Pues tú dijiste: ¡Reinaré!.
Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación.
Tú reinarás, dulce esperanza
Que al alma llena de placer
Habrá por fin paz y bonanza
Felicidad habrá doquier.
Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación.
Tú reinarás, dichosa Era
Dichoso pueblo con tal Rey
Será tu cruz, nuestra bandera
Y tu Evangelio, nuestra Ley.
Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación.
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