Libreto | Imposición del Palio Arzobispal

 



LIBRETO
IMPOSICIÓN DEL PALIO
 ARZOBISPAL 

CATEDRAL METROPOLITANA,
ARQUIDIÓCESIS METROPOLITANA DE GUADALAJARA 


RITOS INICIALES 


CANTO DE ENTRADA 
(Rey y Sacerdote - P. Martins)


JESUCRISTO, HAZ DE NOSOTROS UN PUEBLO SACERDOTAL PARA DIOS, NUESTRO PADRE.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS.

Hoy te cantamos, oh Hijo Predilecto del Padre,
hoy te alabamos, Ciencia eterna y Verbo de Dios.
Hoy te cantamos Hijo de María, la Virgen,
hoy te alabamos, Cristo nuestro hermano y nuestro Salvador. A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. R.

Hoy te cantamos, Luz de esplendor eterno,
hoy te alabamos, Estrella de la mañana que anuncia el día. Hoy te cantamos, Mesías esperado por los pobres, hoy te alabamos, oh Cristo nuestro Rey y Príncipe de la paz. A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. R.

Hoy te cantamos, Cordero de la Pascua eterna,
hoy te alabamos, víctima inmolada por nuestros pecados. Hoy te cantamos, Cristo salvador inmortal, hoy te alabamos, por tu muerte y resurrección. A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. R.

Hoy te cantamos, mediador entre Dios y los hombres, hoy te alabamos, oh Ruta viviente del cielo. Hoy te cantamos, Sacerdote de la Nueva Alianza, hoy te alabamos, Tú eres nuestra paz por la sangre de la cruz. A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. R.


Terminado el canto de entrada, el Nuncio y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el Nuncio, vuelto hacia el pueblo, dice: 

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. 
R. Amén.

La paz esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

El Nuncio introduce la celebración con unas palabras.


PROFESIÓN DE FE Y JURAMENTO


El nuncio apostólico:
Vamos a proceder a la imposición del palio que, como representante del papa en Hispanoamérica, tengo el honor de realizar en su  nombre. Esta sencilla vestidura, confeccionada con lana de ovejas, puesta 
sobre los hombros del arzobispo, no es sino el signo de que quien lo porta es un sacramento de Cristo pastor, que lleva sobre sus hombros a la oveja perdida y herida. Estimado arzobispo Metropolitano, escuchamos tu profesión de fe, la misma fe que enseñarás, anunciarás y defenderás. 

Todos los presentes se ponen de pie  

A continuación el Arzobispo, en frente del Nuncio, hace la profesión de fe y el juramento:

Yo, Roberto Delgado, Cardenal de la Santa iglesia Romana, creo con fe firme y profeso todas y cada una de las cosas contenidas en el Símbolo de la fe, a saber:

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal.

Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas por la Iglesia de modo definitivo.

Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo.


IMPOSICIÓN DEL PALIO ARZOBISPAL 


Cumplido lo anterior, el Nuncio recibe del diácono el palio y lo impone sobre los hombros del elegido, diciendo esta fórmula:
Para gloria de Dios omnipotente, y para alabanza de la bienaventurada siempre Virgen María y de los Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo, en nombre del Romano Pontífice, el Papa Juan Pablo VI, y de la Santa Iglesia Romana, para honor de la Sede de Guadalajara, a ti confiada, en señal de la potestad arzobispal, te entregamos el palio tomado del sepulcro del bienaventurado Pedro, para que lo lleves dentro de los confines de tu provincia eclesiástica. Sea para ti este palio símbolo de unidad y señal de comunión con la Sede Apostólica. Sea vínculo de caridad y aliciente de fortaleza, para que el día de la venida y revelación del gran Dios, y Cabeza de los Pastores, Jesucristo, poseas con las ovejas a ti confiadas, el vestido de la inmortalidad y de la gloria. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

Luego, omitido el acto penitencial y, si se juzga conveniente, el Señor, ten piedad, el Arzobispo que recibió el palio, inicia, si debe decirse, el himno del Gloria.


GLORIA
(F. Palazón)

GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias, R.

Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; R.

tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; R.

porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. R.

AMÉN.


ORACIÓN COLECTA 


Terminado el himno, el Obispo con las manos extendidas dice:
Oremos.
Señor, Dios nuestro, concédenos tu ayuda por la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y ya que por ellos entregaste a tu Iglesia las primicias de los dones del cielo, otórganos también, por ellos, los auxilios para la salvación eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.


LITURGIA DE LA PALABRA 


PRIMERA LECTURA 
(Hch 2, 14a. 36-41(

Dios lo ha constituido Señor y Mesías.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles:

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: Sepa todo Israel con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado. Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: Qué tenemos que hacer, hermanos?. Pedro les contestó: Conviértanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos. Con éstas y otras muchas razones, los instaba y exhortaba, diciéndoles: Pónganse a salvo de este mundo corrompido. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.

Palabra de Dios 
R. Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSARIAL 
(Sal 22)

El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R.


SEGUNDA LECTURA 
(1 Ped 2, 20-25)

Han vuelto ustedes al pastor y guardián de sus vidas.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro:

Hermanos: Soportar con paciencia los sufrimientos que les vienen a ustedes por hacer el bien, es cosa agradable a los ojos de Dios, pues a esto han sido llamados, ya que también Cristo sufrió por ustedes y les dejó así un ejemplo para que sigan sus huellas. Él no cometió pecado ni hubo engaño en su boca; insultado, no devolvió los insultos; maltratado, no profería amenazas, sino que encomendaba su causa al único que juzga con justicia; cargado con nuestros pecados, subió al madero de la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Por sus llagas ustedes han sido curados, porque ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL
 EVANGELIO 
(Jn 10, 14)

R. Aleluya, aleluya, aleluya. 

Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. 

R. Aleluya, aleluya, aleluya.


EVANGELIO
(Jn 10, 11-18)


El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús 

Luego el Obispo hace la homilía.

ORACION DE LOS FIELES

El Obispo invita a los fieles a orar diciendo:

Oremos, hermanos, al Señor, que, con su Espíritu, dirige a la Iglesia y, por el ministerio de los obispos, la ilumina, la santifica y la gobierna, digamos todos:

TE ROGAMOS ÓYENOS. R.
 

1. Por la Iglesia universal; para que pastoreada por el Papa Juan Pablo VI, todos los creyentes sepamos caminar en unidad y concordia, 
sabiendo responder a los desafíos de nuestro tiempo. Roguemos al Señor. 

2. Por nuestro arzobispo Roberto; para que el Espíritu Santo lo ayude en la labor pastoral de llevar el Evangelio a todas las personas de nuestra Arquidiócesis. Roguemos al Señor. 

3. Por todos aquellos que sufren; los que se encuentran en soledad,  los enfermos, los que tienen lejos a sus familias o viven con grandes 
dificultades económicas; para que encuentren entre nosotros la acogida, comprensión y caridad que necesitan. Roguemos al Señor.

4. Por quienes estamos aquí reunidos, para que cada uno, en nuestra propia vocación, nos consagremos al servicio de Cristo y de nuestros 
hermanos. Roguemos al Señor.
 
El Obispo termina la Oración de los fieles diciendo:

Señor, Dios todopoderoso, que, por medio de tu Hijo Jesucristo, elegiste a los apóstoles para que cuidasen de la Iglesia y quisiste que su ministerio se perpetuase a través de los obispos, 
escucha nuestra oración y concédeme a mí, indigno siervo tuyo, ser un verdadero imitador de tu Hijo, el buen pastor que dio la vida por sus 
ovejas, y recibir así de tus manos el premio merecido a los que han luchado por la predicación del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.  
R. Amén. 



LITURGIA EUCARISTÍCA 


CANTO DE OFERTORIO 
(Heme aquí - Marco Frisina)


HEME AQUÍ, HEME AQUÍ 
ANTE TU PRESENCIA 
HEME AQUÍ, HEME AQUÍ 
HÁGASE EN MÍ TU VOLUNTAD. 
 
Yo esperaba al Señor 
Él escuchó mi lamento 
Puso en mi boca un canto 
Un nuevo himno a nuestro Dios. R.
 
Como está escrito en tu libro 
Para hacer tu voluntad 
Oh, Señor, yo lo quiero 
Llevo tu ley en mis entrañas. R.
 
Tu salvación he proclamado 
Ante la gran asamblea 
No he cerrado mi boca 
Sí, Señor, ¡Tú bien lo sabes!. R.


El Obispo inciensa las ofrendas, la cruz y el altar, después un diácono inciensa al Obispo y después al pueblo.

Después, el Obispo de pie en el centro del altar, viendo hacia al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mio y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 


Luego el Obispo, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Oremos.
Señor, al celebrar con alegría la conmemoración de los santos apóstoles Pedro y Pablo, traemos ofrendas a tu altar y te suplicamos que, desconfiando de nuestros méritos, nos gloriemos de ser salvados solo por tu bondad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén. 


PREFACIO
(La doble misión de Pedro y Pablo en la iglesia)


V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque en los santos apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquel fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, este fue maestro y doctor en la vocación de los gentiles.

Así, por caminos diversos, congregaron la única familia de Cristo y una misma corona asoció a los dos a quienes venera el mundo.

Por eso, con los santos y con todos los ángeles, te alabamos, diciendo sin cesar:


SANTO
(A. Mejía)

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.

Bendito, bendito el que viene en nombre del Señor.

HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.


PLEGARIA EUCARISTÍCA I 
O CANON ROMANO


El Obispo, con las manos extendidas, dice:  
Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, 

Junta las manos y dice: 
que aceptes 

Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, 

Con las manos extendidas, prosigue: 
ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Juan Pablo VI, conmigo, indigno siervo tuyo, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

Conmemoración de los vivos
C1: Acuérdate, Señor, de tus hijos [N. y N.

Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar. 
Después, con las manos extendida, prosigue: 
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a tí, eterno Dios, vivo y verdadero.

Conmemoración de los Santos
C2: Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Comelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con las manos extendidas, prosigue:
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Extendiendo las mano sobre las ofrendas, dice: 
CC: Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. 

El cual, la víspera de su Pasión, 

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó pan en sus santas y venerables manos, 
y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue: 
Del mismo modo, acabada la cena, 

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice: 
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven , Señor Jesús!

Después el Obispo, con las manos extendidas, dice: 
CC: Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloría y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. 

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquísedec.

Inclinado, con las manos juntas, prosigue: 
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Angel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, 

Se endereza y se signa, diciendo: 
seamos colmados de gracia y bendición. 

junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén. 

Conmemoración de los difuntos
Con las manos extendidas, dice: 
C3: Acuérdate también, Señor, de tus hijos [N. y N.], que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. 

Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue: 
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. 

Junta las manos. 
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo: 
C4: Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, 

Con las manos extendidas, prosigue: 
que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. 

Junta las manos. 
Por Cristo, Señor nuestro.

Y continúa: 
CP: Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.  

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. 
R. Amén.  


RITO DE COMUNIÓN 


Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el Obispo, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir.

Extiende las manos y junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Solo el Obispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.  

Solo el Obispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. 

Junta las manos. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén. 

El Obispo, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice: 
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu. 

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el Obispo, añade: 
Como hijos de dios intercambien un signo de comunión fraterna.


CORDERO DE DIOS
(A. Mejía)

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ.


El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.


CANTO DE COMUNION 
(Milagro de amor- Cristy Villaseñor)

Jesús, aquí presente en forma real
Te pido un poco más de fe y de humildad
Quisiera poder ser digna de compartir
Contigo el milagro más grande de amor.

Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.

Y hoy vengo
Llena de alegrías
A recibirte en esta eucaristía
Te doy gracias
Por llamarme a esta cena
Porque aunque no soy digno
Visitas Tú mi alma.

Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que Tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.

Milagro de amor tan infinito
En que Tú, mi Dios
Te has hecho tan pequeño y tan humilde
Para entrar en mi
Milagro de amor tan infinito
En que Tu mi Dios Te olvidas
De Tu gloria y de Tu majestad
Por mi.



ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN 

El Obispo desde la sede con las manos extendidas dice:
Oremos.
Dios nuestro, que quisiste que tu Unigénito naciera del linaje de los hombres, para que los hombres, por un admirable misterio, renacieran de ti, te rogamos que, por tu bondad, santifiques con el espíritu de adopción a quienes alimentaste con el pan de los hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. AMÉN.


RITO DE CONCLUSIÓN 


El Obispo viendo hacia al pueblo con las manos extendidas dice:
El Señor este con Ustedes.
R. Y con tu Espíritu.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre , Hijo , y EspírituSanto, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

Luego el Obispo o el Diácono dice:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.


ANTÍFONA MARIANA 
(Salve Regina - Marco Frisina)

Salve, Regina, Mater misericordiae
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve
Ad te clamamus exsules filii Hevae
Ad te suspiramus, gementes et flentes
In hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
Misericordes oculos ad nos converte
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui
Nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens
O pia
O dulcis
Virgo Maria.


CANTO DE SALIDA
(Tu reinaras - Jésed)

Tú reinarás, este es el grito
Qué ardiente exhala nuestra fe
Tú reinarás, oh Rey Bendito
Pues tú dijiste: ¡Reinaré!.

Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación.

Tú reinarás, dulce esperanza
Que al alma llena de placer
Habrá por fin paz y bonanza
Felicidad habrá doquier.

Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación.

Tú reinarás, dichosa Era
Dichoso pueblo con tal Rey
Será tu cruz, nuestra bandera
Y tu Evangelio, nuestra Ley.

Reine Jesús por siempre
Reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Es de María, la nación. 






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