46 ROSARIOS EN HONOR A SANTA MARÍA DE GUADALUPE
LIBRETO
¡Perdón, Señor mío! Te ofendí y al considerarlo siento gran tristeza, pero al verte en la cruz, mi confianza renace, por eso, desde el fondo de mi alma, te digo como el salmista: ¡Apiádate de mi Dios mío según tu gran misericordia!
¡Oh Purísima Virgen de Guadalupe! A quien amo tiernamente, como a mi verdadera y dulcísima Madre, dígnate admitirme en tu sagrada presencia; aquí vengo a ofrecerte en unión de los ángeles y de los santos uno de los cuarenta y seis rosarios, con qué deseo honrarte. Este número debe de serte muy agradable, puesto que lo has escogido, para que sea una de las estrellas que adornan tu manto regio.*
*También vengo, oh Soberana Señora, a pedirte por una de mis necesidades públicas y particulares que me aquejan. (Se hace la petición) ¿A quién he de recurrir, sino a Ti que eres mi Madre? Muéstrame la suave compasión que le mostrase a Juan Diego.*
*Verdad es, que no lo merezco, porque no tengo las virtudes de aquel piadoso indio; más espero de tu misericordia infinita que me darás un corazón puro y amante como el suyo. Entonces podré oír en el fondo de mi alma que alivias mis penas con aquellas mismas dulcísimas palabras que le dijiste “Hijito mío, no te aflijas ¿Por ventura no estoy Yo aquí yo que soy tu Madre? ¿Por ventura no estás aquí acogido bajo mi amparo?” ¿Se te ofrece otra cosa? Sí, Madre mía dulcísima, sí se me ofrece otra cosa, además de las gracias que te estoy pidiendo, te suplico que bendigas a toda tu nación mexicana, de un modo especial protege a todos los que te sean más devotos, para que formando tu familia íntima en esta vida, tengan la dicha de formar tu corte predilecta allá en el cielo. Desde donde, contigo, alabaremos eternamente al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
℟. Y mi boca proclamará tu alabanza
℟. No tardes Señor en socorrerme
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℟. En la vida y en la muerte Amparanos, gran Señora.
℟.Y mi lengua en alabarte Madre mía de Guadalupe
℟. Humildemente, te pido remedio en mis aflicciones.
Se rezan los misterios propios del día:
PRIMERA PLEGARIA:
Madre nuestra, te suplicamos que en las horas amargas de la vida, cuando la angustia y la aflicción nos lastimen, sepamos escuchar en lo íntimo del alma tu voz consoladora, como el dichoso Juan Diego en el Tepeyac. Concede a quienes contemplamos con fe tu bendita imagen de Guadalupe gozar por anticipado la felicidad que en la casa del Padre nos espera, a cambio de lo cual aceptamos sobrellevar con firmeza los trabajos que Dios nos enviaré. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... –Oh Jesús...- Se canta un fragmento de la canción "La Guadalupana"
SEGUNDA PLEGARIA:
Madre de Dios y Madre nuestra, te pedimos que así como en el Tepeyac te dignaste salir al encuentro de Juan Diego temeroso y apocado que te rehuía, te dignes asistirnos con tu presencia materna en el trance de la muerte y consolarnos en la agonía. De tu valiosa solicitud esperamos la dicha de contemplar a Dios tal y como es por toda la eternidad. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – Oh Jesús...- Se canta un fragmento de la canción "La Guadalupana"
TERCERA PLEGARIA:
Madre de todos los hombres, te suplicamos que así como consolaste a Juan Diego, abatido por la enfermedad que minaba la salud y fuerza de su tío, acudas en auxilio nuestro cuantas veces nos apartemos de la virtud y atentemos contra el amor. Madre Santa, que resuene en nuestros oídos aquel ¿A dónde vas, hijo mío?, que dijiste a Juan Diego y que al oírlo dejemos el camino de la mentira, del fraude, la irresponsabilidad y comencemos de nuevo a servir a Dios Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – Oh Jesús..- Se canta un fragmento de la canción "La Guadalupana"
CUARTA PLEGARIA:
Madre de los mexicanos, te suplicamos que así como brotaron rosas frescas y fragantes en el árido Tepeyac y se imprimía tu divina imagen en la tilma de Juan Diego, te dignes hacer florecer en nuestra alma el amor para que en ellas te retrates tú, purísima Madre, y podamos esperar con inquebrantable fe un tránsito feliz de esta vida a la eterna. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – Oh Jesús...- Se canta un fragmento de la canción "La Guadalupana"
QUINTA PLEGARIA:
Madre de los mártires, te suplicamos que, así como el neófito Juan Diego, tu embajador, se sintió tan hondamente solidario ante las necesidades de sus semejantes, y alcanzó por tu mediación ante Dios la salud de su afligido tío Juan Bernardino, te dignes alcanzarnos la gracia de vivir ese espíritu de servicio a los demás como verdaderos hermanos de Jesús. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – Oh Jesús...- Se canta un fragmento de la canción "La Guadalupana"
Concluido los Misterios, se recitan las siguientes Oraciones:
℟. Libra, Virgen, del infierno, a quienes rezan tu Santo Rosario
Emperatriz, poderosa, de los mortales consuelo.
℟. Ábrenos, Virgen, el cielo, con una muerte dichosa.
Y danos pureza de alma.
℟. Tú que eres tan poderosa.
Dios te salve María santísima, Estrella de la mañana, faro resplandeciente que nos conduce al puerto de salvación, luz divina que ilumina a los bienaventurados. Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos encomendamos nuestra fe para que la ilumines. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, vida de los santos, alegría de los ángeles, esperanza de los hombres, nube luminosa a cuyo seno bajó el Hijo de Dios. Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, virgen purísima en el parto, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la alientes. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, modelo de amor, lirio de pureza, imagen viva de castidad. Dios te salve María Santísima, esposa de Dios Espíritu Santo, virgen purísima después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames, nuestras necesidades para que las remedies, nuestras almas para que las salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, océano de gracias, manantial de misericordia, soberana emperatriz del cielo y de la tierra. Dios te salve María Santísima, templo, trono y sagrario de la Santísima Trinidad. Virgen concebida sin la culpa del pecado original.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!.
Ruega por nosotros santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
℟. Amén.
Adiós, oh Madre mia. Adiós, adiós, adiós.
del Espíritu Santo ¡Oh casta esposa, adiós!
Jamás, jamás me olvides delante de Jesús.
Permiteme que vuelva Tus plantas a besar.
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