RITO DE POSESIÓN CANÓNICA DE UN PÁRROCO
RITO DE
POSESIÓN CANÓNICA
DE UN PÁRROCO
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
Cuando llega al altar, se inclina profundamente con los ministros, besa el altar en señal de veneración e inciensa la cruz y el altar. A continuación, se dirige con los ministros a las sillas.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
Que el gozo y la paz de nuestro Buen Pastor resucitado nos acompañe en esta celebración, y estén con cada uno de ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
LECTURA DEL NOMBRAMIENTO DEL PÁRROCO
A continuación el Canciller, o el Arcipreste, o el que provisionalmente administraba la parroquia, o el párroco saliente, o algún miembro del Consejo Parroquial lee el nombramiento del nuevo párroco que todos escuchan sentados.
POR GRACIA DE DIOS Y VOLUNTAD DE LA SEDE APOSTÓLICA
2° ARZOBISPO DE GUADALAJARA
Al clero, religiosos, laicos y a todo aquel que lea esto, Salud y Bendiciones de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo.
Dec. N⁰ 017/2025
Según el Canon 519, El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos, conforme a la norma del derecho.
CONSIDERANDO las capacidades, formación y experiencia pastoral y la reorganización pastoral, decretamos los siguientes nombramientos para la Arquidiócesis Metropolitana de Guadalajara.
DECRETAMOS:
Art. 1° - Al RVDO. PBRO. Uriel Glez, lo nombramos y solemnemente definimos como Párroco de la Parroquia de San Juan Bautista.
Este decreto entra en vigor a partir de su fecha publicada.
Que Dios, el glorioso señor San José y Nuestra Madre Santísima guíen a cada uno de ustedes hacia la paz.
Dado en Guadalajara, en el palacio del Arzobispado, a los once (11) día del mes de mayo del año jubilar dos mil veinticinco (2025).
✠ MONS. SERGIO GÓMEZ
2° ARZOBISPO DE GUADALAJARA
Luego de la lectura del nombramiento, todos responden:
Demos gracias a Dios.
GLORIA
GLORIA, GLORIA, GLORIA,
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
POR TU INMENSA GLORIA,
TE DAMOS GRACIAS,
¡SEÑOR! ¡SEÑOR!,
DIOS REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODO PODEROSO. ℟.
SEÑOR, HIJO ÚNICO JESUCRISTO,
SEÑOR, DIOS CORDERO DE DIOS,
HIJO DEL PADRE,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
PORQUE SOLO TÚ ERES SANTO,
SOLO TÚ SEÑOR
SOLO TU ALTÍSIMO, JESUCRISTO.
CON EL ESPÍRITU SANTO,
EN LA GLORIA DE DIOS PADRE.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el Obispo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Señor, tú que te has querido poner a tu siervo N. al frente de tu familia no por mis méritos, sino por pura generosidad de tu gracia, concédeme realizar dignamente el ministerio sacerdotal y guiar, bajo tu amparo, la grey que el has confiado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Jer 1, 4-9)
Lector: Lectura del libro del profeta Jeremías.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.» Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.» El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.» El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca.»
Lector: Palabra de Dios.
℟.: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSARIAL
(Sal 22)
℟. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. ℟.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. ℟.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. ℟.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(2 Cor 5, 14-20)
Lector: Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
YO SOY EL BUEN PASTOR; PORQUE CONOZCO
A MIS OVEJAS Y ELLAS ME CONOCEN A MI,
DICE EL SEÑOR.
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: Padre, dame tu bendición.
℣.: Padre, dame tu bendición.
Pres.: Recibe querido padre N° el evangelio de Cristo, el cual fuiste constituido mensajero. Anunica su mensaje de salvacion con el deseo de enseñar y con toda paciencia, por medio de la catequesis y de la homilia, ayuda a tu hermanos a conformar su vida con la palabra de Dios en el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
℣.: Amén.
EVANGELIO
(Jn 10, 11-18)
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote), dice:
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
℟.: Gloria a ti, Señor.
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre.
Cuando termina el Evangelio, el diácono aclama:
Palabra del Señor.
El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor.
Luego lleva el libro al Obispo, que lo besa en silencio y bendice al pueblo.
Despues hace una corta homilia.
RENOVACIÓN
DE SUS COMPROMISOS SACERDOTALES
Terminada la homilía, es recomendable que el párroco haga la renovación de las promesas de su ordenación sacerdotal.
El Obispo lo interroga con estas palabras:
Querido padre N°, renueva ahora las promesas de tu ordenación sacerdotal en precencia del pueblo, que se entrega a tus servicios pastorales, te pregunto.
¿Estas dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal, como colaborador íntegro del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y bajo la dirección del Espíritu Santo?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Estás dispuesto a celebrar con devoción y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Estas dispuesto a realizar el ministerio de la palabra, en la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica, dignamente y con sabiduría?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Quieres unirte cada día más estrechamente a Cristo, Sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con él, tú mismo consagrarte a Dios para la salvación de los hombres?
El párroco:
Sí quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.
Seguidamente, el párroco se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos juntas entre las manos del Obispo
.
El Obispo interroga al párroco, diciendo:
¿Prometes obediencia y respeto a mí y a mis sucesores?
El párroco:
Si, Prometo.
El Obispo dice:
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término este ministerio que comienzas para tu santificacion y la del pueblo que te encominedo.
PROFESIÓN DE FE Y JURAMENTO
Luego de la renovacion de votos, hace la Profesión de Fe ante el obispo.
El obispo:
Querido hijo: Hoy se te encomienda la misión de apacentar el pueblo cristiano de esta Parroquia y de enseñarle lo que la Iglesia ha recibido de Jesucristo. Por ello, conviene que ahora, en presencia de este mismo pueblo que te escuchará, profeses públicamente aquella misma fe que les debes enseñar.
El nuevo párroco se arrodilla ante el Obispo y recita la siguiente profesión de fe:
Yo, N., creo con fe firme y profeso todas y cada una de las cosas contenidas en el Símbolo de la fe, a saber:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal.
Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas por la Iglesia de modo definitivo.
Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo.
Luego colocando su mano derecha sobre el libro de los Evangelios que el Obispo tiene sobre sus manos, concluye diciendo:
Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.
Inmediatamente terminada la profesión de fe, el nuevo párroco continúa de rodillas y hace el juramento de fidelidad.
Yo, N., al asumir el Oficio de N. en la parroquia de N. , prometo mantenerme siempre en comunión con la Iglesia Católica, tanto en lo que exprese de palabra como en mi manera de obrar.
Cumpliré con gran diligencia y fidelidad las obligaciones a las que estoy comprometido con la Iglesia, tanto universal como particular, en la que he sido llamado a ejercer mi servicio según lo establecido por el Derecho.
En el ejercicio del ministerio que me ha sido confiado en nombre de la Iglesia, conservaré íntegro el depósito de la fe y lo transmitiré y explicaré fielmente; evitando por tanto, cualquier doctrina que le sea contraria.
Promoveré la disciplina común a toda la Iglesia y urgiré la observancia de todas las leyes eclesiásticas, ante todo aquellas contenidas en el Código de Derecho Canónico.
Con obediencia cristiana acataré lo que enseñen los sagrados Pastores como doctores y maestros auténticos de la fe, y lo establezcan como guías de la Iglesia, y ayudaré fielmente al Obispo Diocesano para que la acción apostólica que he de ejercer en nombre y por mandato de la Iglesia, se realice siempre en comunión con ella.
Luego colocando su mano derecha sobre el libro de los Evangelios que el Obispo tiene sobre sus manos, concluye diciendo:
Que así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.
Terminado el juramento y profesión de fe, el obispo lleva al nuevo párroco a firmar un documeto historico de la parroquia .
TOMA DE POSESIÓN
DE LOS DIVERSOS LUGARES CELEBRATIVOS
Terminado de firmar el documento, el pueblo permanece en sus lugares, mientras se organiza una pequeña procesión. Precede el turiferario, sigue la cruz procesional en medio de dos acólitos con cirios y finalmente el nuevo párroco y el Obispo asistido por dos diáconos.
PUERTA DE LA IGLESIA
En la puerta de la Iglesia el Obispo entrega al nuevo párroco las llaves del edificio mientras le dice:
Recibe las llaves de esta Iglesia como signo de autoridad. Cuida de abrirla oportunamente para que los fieles puedan acudir a celebrar los misterios cristianos y a orar en la presencia del Señor. Procura también que, en la misma forma que cuidas que las puertas de este templo estén abiertas, abras también, con tu palabra y con tu conducta, para Dios el corazón de los fieles.
Mientras el párroco recibe las llaves el coro y el pueblo pueden entonar un canto apropiado.
BAUTISTERIO
Llegados a la fuente bautismal el Obispo dice al nuevo párroco:
Esta es la fuente de la vida que mana del costado de Cristo y limpia los pecados del mundo. Este es el seno materno de la santa Madre Iglesia que engendra hijos para la eternidad. En esta fuente bautismal harás renacer, por el agua y el Espíritu Santo, tanto los niños que te presenten los padres cristianos como los adultos que se conviertan a la fe.
El Obispo pone incienso en el incensario y lo bendice, luego el párroco inciensa la fuente bautismal mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
CONFESIONARIO
Junto al confesionario el Obispo dice al nuevo párroco:
Dios ha amado tanto al mundo que le ha entregado a su Hijo para que nadie perezca sino que todos tengan vida eterna. En este lugar el Señor, a través de tu ministerio, realizará maravillas en los corazones arrepentidos. Cuida, pues de reconciliar con Dios a los fieles que después del bautismo hayan recaído en el pecado y a aquellos que acudan a ti deseando convertirse más plenamente a Dios. Este es el trono de la gracia para alcanzar misericordia.
El Obispo invita al nuevo párroco a que se siente en el confesionario mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
CAPILLA DE LA RESERVA EUCARÍSTICA
Si la Eucaristía se reserva en la nave central de la Iglesia, el siguiente rito se realiza al terminar la distribución de la comunión, de lo contrario sigue como a continuación se indica.
Llegados a la capilla de la reserva eucarística el Obispo entrega al nuevo párroco la llave del sagrario diciendo:
Recibe la llave de este sagrario preparado para reservar el Sacramento del cuerpo y la sangre santísimos de Jesucristo: Cuida de llevar la Eucaristía a los moribundos y a los demás enfermos; sé asiduo en adorar el Santísimo Sacramento del Altar y enseña a tus fieles a visitar a nuestro Señor Jesucristo, presente en la santa Eucaristía. Cuida que nunca deje de arder aquí una lámpara para señalar a los fieles la presencia del Señor.
El Obispo pone incienso en el incensario (sin bendecirlo) en invita al nuevo párroco a incensar el Sacramento. Tanto el Obispo sin solideo como sus diáconos y el nuevo párroco se arrodillan durante la incensación. Mientras se inciensa, el coro y el pueblo pueden entonar algún canto a la Eucaristía.
ALTAR
Despues, el Obispo invitar al nuevo párroco a besar el altar diciéndole:
Esta es la mesa del Señor. Alrededor de la misma congregarás a los hijos de la Iglesia y, en nombre de Jesucristo, presidirás la Eucaristía para que tus fieles puedan unirse al sacrificio de Cristo y participen así de la Cena del Señor.
Terminada la oracion, el párroco incienca el altar como de costumbre.
SEDE PRESIDENCIAL
Finalmente la procesión por los diversos lugares de la Iglesia el Obispo sentado en la Sede dice al nuevo párroco:
En la persona del Obispo, Jesús, el buen Pastor, está presente en medio de su pueblo. Es él, en efecto, quien por medio de nosotros, sus ministros, continúa anunciando el Evangelio y presidiendo la oración de sus fieles. Tú, también, como cooperador de tu Obispo, ocupando este Sede, serás imagen de Jesucristo, predicarás su Evangelio y presidirás la oración de la Iglesia que se reúne en esta parroquia.
El Obispo entonces se levanta e invita al nuevo párroco a sentarse unos momentos en la Sede presidencial mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
Concluido el rito de toma de posesión, tanto el Obispo como el nuevo párroco van a sus sedes respectivas.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.
Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El obispo, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego, el obispo, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
El obispo, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso
El pueblo se levanta y responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: Recibe Señor, estos dones que te ofrecemos y al mirar a tu hijo Jesucristo, Sacerdote y victima, concede a tu siervo N. que participa en su sacerdocio y que hoy lo inaugura su ministerio en esta parroquia N., la gracia de ofrecerse cada día como victima agradable ante tu presencia. Por Jesucristo Nuestro Señor.
El pueblo aclama:
Amén.
PREFACIO
EL SACERDOCIO DE CRISTO Y EL MINISTERIO DE LOS SACERDOTES
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
El sacerdote prosigue:
Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pres.: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues, por la unción del Espíritu Santo, constituiste a tu Unigénito pontífice de la nueva y eterna alianza, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.
Él no solo confiere la dignidad del sacerdocio real a todo el pueblo redimido, sino que, con fraternal predilección, elige a algunos hombres, para hacerlos, por la imposición de las manos, participes de su ministerio santo.
Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redención humana, preparan para tus hijos el banquete pascual, preceden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con la palabra y lo fortalecen con los sacramentos.
Entregando su vida por Ti y por sus hermanos, tus sacerdotes, Señor, van configurándose a Cristo, y han de darte testimonio constante de fidelidad y amor.
Por eso, Padre, con todos los ángeles y santos te alabamos, cantando con alegría:
SANTO
SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote dice:
Pres.: SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en Cuerpo ✠ y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
℟.: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
†A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.: Amén.
℟.: Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:
℟.: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal
El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟.: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.
El sacerdote añade:
Pres.: La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.
CORDERO DE DIOS
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ,
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ,
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
COMUNIÓN
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.: El Cuerpo de Cristo.
℟.: Amén.
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: Oremos.
Que este sacrifico eucarisitco que te hemos ofrecido y del cual hemos participado, santifique Señor a estos sacerdotes y a estos fieles, para que unidos a ti por un amor constante puedan servirte dignamente. Por Jesucristo nuestro Señor.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN SOLEMNE
El celebrante recibe la mitra y, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
Todos responde:
Y con tu espíritu.
El Obispo dice:
Dios Padre, que por la resurrección de su Unigénito los ha redimido y les ha dado la gracia de la adopción filial los colme con el gozo de su bendición.
Todos responde:
Amén.
El Obispo dice:
Cristo, que por su redención les obtuvo la perfecta libertad, les conceda participar de la herencia eterna.
Todos responde:
Amén.
El Obispo dice:
Y ustedes, resucitados con él en el bautismo por la fe, por medio de una vida santa puedan llegar a la patria celestial.
Todos responde:
Amén.
Y bendice a todo el pueblo añadiendo:
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Todos responde:
Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
ANTÍFONA MARIANA
(Regina Caeli)
Regina, caeli, laetare, aleluya:
Quia quem meruisti portare, aleluya,
Resurrexit sicut dixit, aleluya.
Ora pro nobis Deum, aleluya.
Después el sacerdote se retira a la sacristía.
CANTO DE SALIDA
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