Libreto Litúrgico | Toma de Posesión del 2do Arzobispo de Guadalajara


 TOMA DE POSESIÓN DEL 2DO ARZOBISPO DE GUADALAJARA
MONS. SERGIO GÓMEZ

PRESIDE SU EMINENCIA
ROBERTO DELGADO
NUNCIO APOSTÓLICO DE HISPANOAMÉRICA

CATEDRAL BASÍLICA METROPOLITANA DE LA ASUNCIÓN DE MARIA SANTÍSIMA
VIII.V.MMXXV

RITOS INICIALES

El Nuncio Apostólico junto con el nuevo Arzobispo  se reúnen en la entrada de la iglesia con vestimenta coral y los dos besan la cruz, El Arzobispo pasando por la nave principal rocía con agua bendita al pueblo, terminando entra a la capilla del santísimo y lo adora por un momento.

Terminando la adoración los Obispos y los demás concelebrantes se dirigen a la sacristía y se revisten.

La celebración inicia con el Nuncio Apostólico.

RITOS INICIALES 

 CANTO DE ENTRADA
(Pueblo de Reyes)

Una vez reunido el pueblo, el Obispo se dirige al altar con los ministros durante el canto de entrada.

Pueblo de reyes, asamblea santa
Pueblo sacerdotal, pueblo de Dios
Bendice a tu Señor.

Te cantamos, oh, Hijo amado del Padre Te alabamos, eterna palabra salida de Dios
Te cantamos, oh, Hijo de la Virgen María
Te alabamos, oh, Cristo nuestro hermano
Nuestro Salvador. ℟.

Te cantamos a Ti, esplendor de la gloria
Te alabamos, estrella radiante que anuncias el día Te cantamos, oh, luz que iluminas nuestras sombras Te alabamos, antorcha de la nueva Jerusalén. ℟.

Te cantamos, Mesías, que anunciaron los profetas Te alabamos, oh, hijo de Abraham e hijo de David Te cantamos, Mesías, esperado por los pobres Te alabamos, oh, Cristo, nuestro rey de humilde corazón. ℟.

Te cantamos, mediador entre Dios y los hombres
Te alabamos, oh, ruta viviente, camino del cielo
Te cantamos, sacerdote de la nueva alianza
Te alabamos, Tú eres nuestra paz por la sangre de la cruz. ℟.

Te cantamos, cordero de la Pascua eterna
Te alabamos, oh, víctima que borras nuestros pecados Te cantamos, oh, templo de la nueva alianza Oh, piedra angular y roca de Israel. ℟.

Cuando llega al altar, se inclina profundamente con los ministros, besa el altar en señal de veneración e inciensa la cruz y el altar. A continuación, se dirige con los ministros a las sillas.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice: 
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. 
℟. Amén.

Que el gozo y la paz de nuestro Buen Pastor resucitado nos acompañe en esta celebración, y estén con cada uno de ustedes.
℟. Y con tu espíritu.

LECTURA DE LAS LETRAS APOSTÓLICAS

Uno de los diáconos muestra las letras apostólicas al colegio de consultores y al canciller de la curia (quien levanta un acta), o al clero y a los fieles en las diócesis de nueva creación. Al enseñárselos a ellos, es que el obispo toma posesión.

Después el Vicario General o uno de los presentes dan lectura a la bula de nombramiento desde el ambón y todos escuchan sentados.

  


CLEMENS EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI.

A mi amado hijo  Mons. Sergio Gómez, nombrado Arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara, salud y bendición apostólica.

Señor Jesucristo, que fundó su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y quiso que en cada comunidad no faltara nunca el cuidado de un pastor, sigue suscitando, por medio del Espíritu Santo, hombres entregados para guiar a su pueblo con sabiduría y caridad.

Considerando con solicitud pastoral las necesidades de la noble y fecunda Iglesia de Guadalajara, después de haber escuchado el parecer de quienes tienen competencia en la materia y confiando en la gracia divina que no abandona su obra, hemos decidido nombrar a nuestro venerable hermano, Mons. Sergio Gómez, como nuevo Arzobispo Metropolitano de Guadalajara, confiándole esta misión con todos los derechos, deberes y responsabilidades que le corresponden según el Derecho Canónico.

Confiamos que, fortalecido por la fe, la esperanza y la caridad, sabrá guiar con prudencia apostólica al rebaño que ahora se le encomienda, siendo signo de unidad, defensor de la verdad, promotor de la paz, cercano a los pobres y testigo fiel del Evangelio de Cristo.

Invocamos sobre él la intercesión de la Santísima Virgen de Zapopan, Madre y Protectora de Guadalajara, para que acompañe su ministerio con ternura maternal.

Dado en Roma, junto a San Pedro, a los tres días del mes de mayo, durante la fiesta de Santos Felipe y Santiago, Apóstoles, en el Año Santo del Jubileo de 2025 - Peregrinos de Esperanza, en el segundo año de nuestro Pontificado.

Clemens Pp. III
Pontifex Maximvs

Todos aclaman: 
Te damos gracias, Señor.

El Nuncio Apostólico dirige unas palabras hacia el Arzobispo.

El Nuncio entrega el Báculo pastoral al Arzobispo y lo invita a sentarse en la Catedra.

SALUDO AL NUEVO ARZOBISPO

Después de la aclamación, de que se sentó en la cátedra, la primera dignidad del cabildo o el rector de la iglesia dirigen unas palabras de saludo al nuevo obispo.

Al terminar las palabras de saludo, una parte del clero y de los fieles, se acercan a la cátedra para manifestarle obediencia y reverencia al nuevo obispo.

Luego, omitido el acto penitencial y, si se cree oportuno el Señor ten piedad, el nuevo obispo, sin mitra y de pie, desde la cátedra invoca el Gloria.

GLORIA
(Misa melódica)

GLORIA, GLORIA, GLORIA,
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.

TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
POR TU INMENSA GLORIA,
TE DAMOS GRACIAS,
¡SEÑOR! ¡SEÑOR!,
DIOS REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODO PODEROSO. ℟.

SEÑOR, HIJO ÚNICO JESUCRISTO,
SEÑOR, DIOS CORDERO DE DIOS,
HIJO DEL PADRE,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

PORQUE SOLO TÚ ERES SANTO,
SOLO TÚ SEÑOR
SOLO TU ALTÍSIMO, JESUCRISTO.
CON EL ESPÍRITU SANTO,
EN LA GLORIA DE DIOS PADRE.

AMÉN.

ORACIÓN COLECTA

Terminado el himno, el Obispo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Señor, tú que te has querido ponerme al frente de tu familia no por mis méritos, sino por pura generosidad de tu gracia, concédeme realizar dignamente el ministerio episcopal y guiar, bajo tu amparo, la grey que me has confiado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
(Jer 1, 4-9)

Lector: Lectura del libro del profeta Jeremías.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.» Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.» El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.» El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca.»

Lector: Palabra de Dios.
℟.Te alabamos, Señor.
 
SALMO RESPONSARIAL 
(Sal 22)

℟. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. ℟.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. ℟.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. ℟.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. ℟.

SEGUNDA LECTURA
(2 Cor 5, 14-20)

Lector: Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!

YO SOY EL BUEN PASTOR; PORQUE CONOZCO
A MIS OVEJAS Y ELLAS ME CONOCEN A MI,
DICE EL SEÑOR.
 
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!
ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!

Mientras tanto, el sacerdote, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
℣.: 
Padre, dame tu bendición.

El sacerdote dice en voz baja:
Pres.:
 
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo.

El diácono hace la señal de la cruz y responde:
℣.:
 Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.

EVANGELIO
(Jn 10, 11-18)
 
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice:
℣.: 
El Señor esté con ustedes.
℟.: Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote), dice:
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y luego sobre sí mismo, en la frente, la boca y el pecho.
℟.:
 Gloria a ti, Señor.
 
Luego el diácono o el sacerdote, si procede, inciensa el libro y proclama el Evangelio.
℣.: 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre.

Cuando termina el Evangelio, el diácono aclama:
Palabra del Señor.

El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor.

Luego lleva el libro al Obispo, que lo besa en silencio y bendice al pueblo.


PLEGARIA UNIVERSAL
 
Pres.:
 El Señor Jesús se presenta ante todos. También hoy está frente a nosotros a nuestro lado. Sintiéndonos necesitados presentamos nuestras súplicas respondiendo:
℟.: Escúchanos, Padre de amor.
 
1.  Por el Papa, los obispos, sacerdotes y cuantos predican tu Palabra para que sean fieles a Cristo el único libertador del hombre. Oremos. ℟.
 
2. Por nuestro Arzobispo, Sergio Gómez para que a ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor, y con la fuerza del Espíritu Santo ejerza el ministerio  episcopal que es oficio de amor, como sucesor de los  Apóstoles, en comunión con el Papa y con el Episcopado universal, apacentando a esta Iglesia de Dios  que peregrina en Guadalajara. Roguemos al Señor. ℟.

3. Por las familias divididas, para que, a la luz de la Palabra de Dios, con la ayuda y la comprensión de los hermanos, puedan descubrir el sentido cristiano de la vida y nunca duden de la misericordia del Padre. Oremos. ℟.
 
4. Por aquellos que viven lejos de Dios, para que descubran en Él se cumplen todas las esperanzas del hombre. Oremos. ℟.

5. Por todos y cada uno de nosotros para que reconozcamos nuestro papel en la Iglesia como partícipes del cuerpo de Cristo. Oremos. ℟.
 
Pres.: Señor, acoge estas plegarias y también aquellas que llevamos cada uno de nosotros en nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
℟.: Amén.

LITURGIA EUCARISTÍCA

PRESENTACIÓN DE LOS DONES
(Este pan y vino)
 
Terminado lo anterior, comienza el canto para el ofertorio. Mientras tanto, los ministros colocan sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal.

Este pan y vino, Señor
Se transformarán
En tu cuerpo y sangre, Señor
En nuestro manjar. 

Gracias al sol y al labrador
En el altar florecen hoy
Las espigas, los racimos
Que presentamos a Dios. ℟.

Lo que sembré con mi dolor
Lo que pedí en mi oración
Hoy son frutos, son ofrendas
Que presentamos a Dios. ℟.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien presentando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres. 
 
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la patena con el pan en las manos y, levantándola un poco por encima del altar, dice la oración en silencio. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
 
El diácono o sacerdote vierte vino y un poco de agua en el cáliz, orando en silencio.
 
Luego, el sacerdote recibe el cáliz en sus manos y, levantándolo un poco por encima del altar, dice la oración en silencio: luego, coloca el cáliz sobre el corporal.
 
Luego el sacerdote, profundamente inclinado, reza en silencio.
 
Y, si procede, inciensar las ofrendas, la cruz y el altar. Después, el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
 
Luego, el sacerdote, de pie junto al altar, se lava las manos y dice la oración en silencio.
 
El sacerdote, de pie en el centro del altar, dice:
Pres.: Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso

El pueblo se levanta y responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas:
Pres.: 
Dios y Padre providente, 
confirma los dones que por tu gracia me has concedido y, por estas ofrendas, une al pueblo y al sacerdote en un solo corazón, para que no le falte al pastor la obediencia de su rebaño ni a los fieles la generosa solicitud de su pastor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

El pueblo aclama:
Amén.
 
PREFACIO
EL SACERDOCIO DE CRISTO Y EL MINISTERIO DE LOS SACERDOTES
 
El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.

El sacerdote prosigue:
Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio.
Pres.: 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, que su único sacerdocio se perpetuara en la Iglesia.

Él no sólo enriquece con el sacerdocio real al pueblo de los bautizados, sino también, con amor fraterno, elige a algunos hombres para hacerlos participar de su ministerio mediante la imposición de las manos.

Tus sacerdotes, Padre, renuevan en nombre de Cristo el sacerdocio de la redención humana, preparan a tus hijos el banquete pascual, guían en la caridad a tu pueblo santo, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con tus sacramentos.

Ellos, al entregar su vida por ti, Padre, y por la salvación de los hermanos, deben configurarse a Cristo y dar testimonio constante de fidelidad y de amor.

Por eso, Padre, con todos los ángeles y santos te alabamos, cantando con alegría:

SANTO
(Misa melódica)

SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA.

HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO. 
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.

BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR.

HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO. 
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III
 
El sacerdote dice:
Pres.:
 SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
 
Pres.: Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en Cuerpo  y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
 
El relato de la institución de la Eucaristía debe darse de forma clara y audible, como lo exige su naturaleza.
Pres.: 
Porque el mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, continúa:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.

Muestra al pueblo la hostia consagrada, la coloca en la patena y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: 
 Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz,
Toma el cáliz en sus manos y, manteniéndolo ligeramente elevado sobre el altar, continúa:
y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo, la coloca sobre su cuerpo y hace una genuflexión en adoración.
 
El sacerdote prosigue:
Pres.: Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
℟.: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

Después, el sacerdote, con las manos extendidas dice:
Pres.: Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección, y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
 
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
 
1C: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con Maria, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono]  y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
 
2C: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
 
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
 
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Pres.:
 Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
℟.:
 Amén.

RITO DE COMUNIÓN
 
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Pres.: 
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Junto con el pueblo, continúa:
℟.: 
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

El sacerdote prosigue él solo:
Pres.: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
℟.: 
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote dice en voz alta:
Pres.:
 Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
El sacerdote junta sus manos y concluye:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟.: Amén.

El sacerdote añade:
Pres.: 
La paz del Señor esté siempre con ustedes
℟.: Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade: 
℣.: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

Y cada uno, según la costumbre del lugar, se manifiesta entre sí paz, comunión y caridad; el sacerdote da la paz al diácono y a los demás ministros.
 
Luego, el sacerdote parte el pan consagrado sobre la patena y coloca un trozo en el cáliz, orando en silencio.

CORDERO DE DIOS
(Misa melódica)

CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.

CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ, 
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ,
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ.

El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Pres.: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟.: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

COMUNIÓN
(Canto del profeta)
 
Después de comulgar, el sacerdote se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, diciendo a cada uno de ellos:
℣.:
 
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
℟.:
 Amén.
 
Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en el misal de altar. Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

Antes que te formaras
Dentro del vientre de tu madre
Antes que tú nacieras
Te conocía y te consagré
Para ser mi profeta
De las naciones yo te escogí
Irás donde te envíe
Y lo que te mande proclamarás.

Tengo que gritar, tengo que arriesgar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro
Tengo que andar, tengo que luchar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro.

No temas arriesgarte
Porque contigo yo estaré
No temas anunciarme
Porque en tu boca yo hablaré
Te encargo hoy mi pueblo
Para arrancar y derribar
Para edificar, destruirás y plantarás.

Deja a tus hermanos
Deja a tu padre y a tu madre
Abandona tu casa
Porque la tierra gritando está
Nada traigas contigo
Porque a tu lado yo estaré
Es hora de luchar
Porque mi pueblo sufriendo estáAntes que te formaras
Dentro del vientre de tu madre
Antes que tú nacieras
Te conocía y te consagré
Para ser mi profeta
De las naciones yo te escogí
Irás donde te envíe
Y lo que te mande proclamarás.

Tengo que gritar, tengo que arriesgar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro
Tengo que andar, tengo que luchar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro.

No temas arriesgarte
Porque contigo yo estaré
No temas anunciarme
Porque en tu boca yo hablaré
Te encargo hoy mi pueblo
Para arrancar y derribar
Para edificar, destruirás y plantarás.

Deja a tus hermanos
Deja a tu padre y a tu madre
Abandona tu casa
Porque la tierra gritando está
Nada traigas contigo
Porque a tu lado yo estaré
Es hora de luchar
Porque mi pueblo sufriendo está.

oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
 
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
Pres.: 
Oremos.
El sacerdote, con los brazos abiertos, dice la oración:
Dios todopoderoso y eterno, 
origen y plenitud de todas las virtudes, concédeme, por la participación en este misterio, la gracia de hacer el bien y predicar la verdad, para que, de palabra y de obra, enseñe a los fieles el valor de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.

El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN SOLEMNE

El celebrante recibe la mitra y, extendiendo las manos, dice:  
El Señor esté con ustedes.

Todos responde:
Y con tu espíritu.

El Obispo dice:
Dios Padre, que por la resurrección de su Unigénito los ha redimido y les ha dado la gracia de la adopción filial los colme con el gozo de su bendición.

Todos responde:
Amén.

El Obispo dice:
Cristo, que por su redención les obtuvo la perfecta libertad, les conceda participar de la herencia eterna.

Todos responde:
Amén.

El Obispo dice:
Y ustedes, resucitados con él en el bautismo por la fe, por medio de una vida santa puedan llegar a la patria celestial.

Todos responde:
Amén.

Y bendice a todo el pueblo añadiendo:
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre , Hijo , y Espíritu  Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

Todos responde:
Amén.

Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.

ANTÍFONA MARIANA
(Regina Caeli)

Regina, caeli, laetare, aleluya:
Quia quem meruisti portare, aleluya,
Resurrexit sicut dixit, aleluya.
Ora pro nobis Deum, aleluya.

Después el sacerdote se retira a la sacristía.

CANTO DE SALIDA
(Himno a San José)

Hoy a tus pies ponemos nuestra vida
Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José!
Escucha nuestra oración y por tu intercesión
Obtendremos la paz del corazón.

En Nazaret junto a la Virgen Santa
En Nazaret, ¡Glorioso San José!
Cuidaste al niño Jesús pues por tu gran virtud
Fuiste digno custodio de la luz.

Con sencillez humilde carpintero
Con sencillez, ¡Glorioso San José!
Hiciste bien tu labor obrero del Señor
Ofreciendo trabajo y oración.

Tuviste Fe en Dios y su promesa
Tuviste Fe, ¡Glorioso San José!
Maestro de oración alcánzanos el don
De escuchar y seguir la voz de Dios.

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