Rito de Posesión Canónica de un Párroco
RITO DE
POSESIÓN CANÓNICA
DE UN PÁRROCO
ARQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA
Pastoral Litúrgica Arquidiocesana
1185. Antes de introducir al párroco en su parroquia, o en el acto mismo de tomar posesión, según la norma del derecho, hará la profesión de fe delante del Ordinario del lugar o de su delegado.
1186. La introducción del párroco la hace el mismo Obispo, o su delegado, el día y hora más oportunos, con asistencia de los fieles según las costumbres locales, o de acuerdo con lo descrito más adelante.
1187. Es conveniente que la introducción se haga con Misa, que será la del día, o la votiva del Titular de la iglesia, o del Espíritu Santo, según las rúbricas. El Obispo presidirá la Misa, y concelebrarán el nuevo párroco y otros presbíteros de la misma parroquia o del territorio.
1188. Pero si por una causa justa el Obispo, está presente en la Misa sin que la celebre, es conveniente que por lo menos él presida la liturgia de la palabra y bendiga al pueblo al final de la Misa, como se dijo en los nn. 175-185.
1189. Obsérvense, si existen, las costumbres locales. De lo contrario, según parezca, los ritos descritos más adelante pueden usarse en su totalidad o sólo en parte.
1190. Donde las circunstancias lo permitan, el Obispo y el nuevo párroco pueden ser recibidos en los límites de la parroquia y ser conducidos procesionalmente hasta la puerta de la iglesia, donde el Obispo presenta brevemente al nuevo párroco y le entrega la llave de la iglesia.
1191. Es conveniente que el Evangelio sea anunciado por el párroco mismo, quien
primero se acerca al Obispo, de él recibe el libro y pide la bendición.
1192. En la homilía el Obispo explica a los fieles el ministerio del párroco y el
significado de los ritos, que se desarrollarán inmediatamente después de la homilía.
1193. Terminada la homilía, es recomendable que el párroco haga la renovación de
las promesas de su ordenación sacerdotal.
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
RITOS INICIALES
La procesión de entrada se desarrolla como habitualmente en la misa episcopal con participación del pueblo. Precede el turiferario con el incensario, sigue un acólito con la cruz procesional. Si preside el Obispo de la diócesis (no, en cambio si el Auxiliar u otro Obispo) la cruz va acompañada, a poder ser, por siete acólitos con cirios. Sigue un diácono con el evangeliario, los otros diáconos, los celebrantes, el nuevo párroco y el Obispo con mitra y báculo bendiciendo al pueblo. Asistido por dos diáconos que van un poco más atrás del mismo.
Llegados al presbiterio el Obispo inciensa el altar como habitualmente asistido por los dos diáconos. Mientras tanto el nuevo párroco y los demás celebrantes ocupan sus lugares (el nuevo párroco a la derecha de la sede episcopal). Terminada la incensación del altar el Obispo se dirige a la sede desde donde preside la Eucaristía.
El Obispo introduce la celebración con algunas palabras que explican el sentido de la misma.
LECTURA DEL NOMBRAMIENTO DEL PÁRROCO
A continuación el Canciller, o el Arcipreste, o el que provisionalmente administraba la parroquia, o el párroco saliente, o algún miembro del Consejo Parroquial lee el nombramiento del nuevo párroco que todos escuchan sentados.
Luego de la lectura del nombramiento, todos responden:
Demos gracias a Dios.
PROFESIÓN DE FE Y JURAMENTO
Luego de la lectura del nombramiento del nuevo párroco se arodillará frente al obispo y el párroco, permaneciendo así, hace la Profesión de Fe ante el obispo.
El obispo:
Querido hijo: Hoy se te encomienda la misión de dirigir el pueblo cristiano de esta Parroquia y de enseñarle lo que la Iglesia ha recibido de Jesucristo. Por ello, conviene que ahora, en presencia de este mismo pueblo que te escuchará, profeses públicamente aquella misma fe que les debes enseñar.
El nuevo párroco se arrodilla ante el Obispo y recita la siguiente profesión de fe:
Yo, N., creo con fe firme y profeso todas y cada una de las cosas contenidas en el Símbolo de la fe, a saber:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal.
Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas por la Iglesia de modo definitivo.
Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo.
Luego colocando su mano derecha sobre el libro de los Evangelios que el Obispo tiene sobre sus manos, concluye diciendo:
Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.
Inmediatamente terminada la profesión de fe, el nuevo párroco continúa de rodillas y hace el juramento de fidelidad.
Yo, N., al asumir el Oficio de N., prometo mantenerme siempre en comunión con la Iglesia Católica, tanto en lo que exprese de palabra como en mi manera de obrar.
Cumpliré con gran diligencia y fidelidad las obligaciones a las que estoy comprometido con la Iglesia, tanto universal como particular, en la que he sido llamado a ejercer mi servicio según lo establecido por el Derecho.
En el ejercicio del ministerio que me ha sido confiado en nombre de la Iglesia, conservaré íntegro el depósito de la fe y lo transmitiré y explicaré fielmente; evitando por tanto, cualquier doctrina que le sea contraria.
Promoveré la disciplina común a toda la Iglesia y urgiré la observancia de todas las leyes eclesiásticas, ante todo aquellas contenidas en el Código de Derecho Canónico.
Con obediencia cristiana acataré lo que enseñen los sagrados Pastores como doctores y maestros auténticos de la fe, y lo establezcan como guías de la Iglesia, y ayudaré fielmente al Obispo Diocesano para que la acción apostólica que he de ejercer en nombre y por mandato de la Iglesia, se realice siempre en comunión con ella.
Luego colocando su mano derecha sobre el libro de los Evangelios que el Obispo tiene sobre sus manos, concluye diciendo:
Que así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Si la celebración no coincide con uno de los días que figuran en los números 1-6 de la Tabla de los días litúrgicos, pueden proclamarse como lecturas las siguientes especialmente apropiadas: Jr 1, 4-9; “a donde yo te envíe, irás”; Ps 18, 2-7 (R. A toda la Tierra alcanza tu pregón); I Cor 4, 1.5 “Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios”; Mt 23, 8-12 “No se dejen llamar maestros, ni jefes. Uno solo es su maestro y Señor”, Cristo”. También pueden utilizarse las lecturas de la feria correspondiente al día en el cual se lleva a cabo de la celebración de la Toma de Posesión.
El Evangelio, aunque haya diáconos, en este día conviene que lo proclame el nuevo párroco (Cf. Cerm. Episc. 1191) quien primero se acerca al Obispo que, después de haber puesto el incienso en el incensario, le entrega el evangeliario y luego le da la bendición como habitualmente.
Después del Evangelio el Obispo hace la homilía en la que explica brevemente a los fieles el sentido de las lecturas proclamadas, la misión que recibe el nuevo párroco y el significado de los ritos que se desarrollarán inmediatamente después de la homilía.
RENOVACIÓN
DE SUS COMPROMISOS SACERDOTALES
Terminada la homilía, es recomendable que el párroco haga la renovación de las promesas de su ordenación sacerdotal.
El Obispo lo interroga con estas palabras:
Querido hijo, renueva delante del pueblo, que se entrega a tu cuidado pastoral, el propósito que declaraste públicamente en tu ordenación.
¿Estas dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal, como colaborador íntegro del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y bajo la dirección del Espíritu Santo?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Estás dispuesto a celebrar con devoción y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Estas dispuesto a realizar el ministerio de la palabra, en la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica, dignamente y con sabiduría?
El párroco:
Sí, estoy dispuesto.
¿Quieres unirte cada día más estrechamente a Cristo, Sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con él, tú mismo consagrarte a Dios para la salvación de los hombres?
El párroco:
Sí quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.
Seguidamente, el elegido se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos juntas entre las manos del Obispo.
El Obispo interroga al párroco, diciendo:
¿Prometes obediencia y respeto a mí y a mis sucesores?
El párroco:
Si, Prometo.
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.
TOMA DE POSESIÓN
DE LOS DIVERSOS LUGARES CELEBRATIVOS
Terminada la homilía, el pueblo permanece en sus lugares, mientras se organiza una pequeña procesión. Precede el turiferario, sigue la cruz procesional en medio de dos acólitos con cirios y finalmente el nuevo párroco y el Obispo asistido por dos diáconos.
PUERTA DE LA IGLESIA
En la puerta de la Iglesia el Obispo entrega al nuevo párroco las llaves del edificio mientras le dice:
Recibe las llaves de esta Iglesia como signo de autoridad. Cuida de abrirla oportunamente para que los fieles puedan acudir a celebrar los misterios cristianos y a orar en la presencia del Señor. Procura también que, en la misma forma que cuidas que las puertas de este templo estén abiertas, abras también, con tu palabra y con tu conducta, para Dios el corazón de los fieles.
Mientras el párroco recibe las llaves el coro y el pueblo pueden entonar un canto apropiado.
BAUTISTERIO
Llegados a la fuente bautismal el Obispo dice al nuevo párroco:
Esta es la fuente de la vida que mana del costado de Cristo y limpia los pecados del mundo. Este es el seno materno de la santa Madre Iglesia que engendra hijos para la eternidad. En esta fuente bautismal harás renacer, por el agua y el Espíritu Santo, tanto los niños que te presenten los padres cristianos como los adultos que se conviertan a la fe.
El Obispo pone incienso en el incensario y lo bendice, luego el párroco inciensa la fuente bautismal mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
CONFESIONARIO
Junto al confesionario el Obispo dice al nuevo párroco:
Dios ha amado tanto al mundo que le ha entregado a su Hijo para que nadie perezca sino que todos tengan vida eterna. En este lugar el Señor, a través de tu ministerio, realizará maravillas en los corazones arrepentidos. Cuida, pues de reconciliar con Dios a los fieles que después del bautismo hayan recaído en el pecado y a aquellos que acudan a ti deseando convertirse más plenamente a Dios. Este es el trono de la gracia para alcanzar misericordia.
El Obispo invita al nuevo párroco a que se siente en el confesionario mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
CAPILLA DE LA RESERVA EUCARÍSTICA
Si la Eucaristía se reserva en la nave central de la Iglesia, el siguiente rito se realiza al terminar la distribución de la comunión, de lo contrario sigue como a continuación se indica.
Llegados a la capilla de la reserva eucarística el Obispo entrega al nuevo párroco la llave del sagrario diciendo:
Recibe la llave de este sagrario preparado para reservar el Sacramento del cuerpo y la sangre santísimos de Jesucristo: Cuida de llevar la Eucaristía a los moribundos y a los demás enfermos; sé asiduo en adorar el Santísimo Sacramento del Altar y enseña a tus fieles a visitar a nuestro Señor Jesucristo, presente en la santa Eucaristía. Cuida que nunca deje de arder aquí una lámpara para señalar a los fieles la presencia del Señor.
El Obispo pone incienso en el incensario (sin bendecirlo) en invita al nuevo párroco a incensar el Sacramento. Tanto el Obispo sin solideo como sus diáconos y el nuevo párroco se arrodillan durante la incensación. Mientras se inciensa, el coro y el pueblo pueden entonar algún canto a la Eucaristía.
SEDE PRESIDENCIAL
Terminada la procesión por los diversos lugares de la Iglesia el Obispo sentado en la Sede dice al nuevo párroco:
En la persona del Obispo, Jesús, el buen Pastor, está presente en medio de su pueblo. Es él, en efecto, quien por medio de nosotros, sus ministros, continúa anunciando el Evangelio y presidiendo la oración de sus fieles. Tú, también, como cooperador de tu Obispo, ocupando este Sede, serás imagen de Jesucristo, predicarás su Evangelio y presidirás la oración de la Iglesia que se reúne en esta parroquia.
El Obispo entonces se levanta e invita al nuevo párroco a sentarse unos momentos en la Sede presidencial mientras el coro y el pueblo entonan un canto apropiado.
ALTAR
Finalmente, el Obispo invitar al nuevo párroco a besar el altar diciéndole:
Esta es la mesa del Señor. Alrededor de la misma congregarás a los hijos de la Iglesia y, en nombre de Jesucristo, presidirás la Eucaristía para que tus fieles puedan unirse al sacrificio de Cristo y participen así de la Cena del Señor.
Concluido el rito de toma de posesión, tanto el Obispo como el nuevo párroco van a sus sedes respectivas.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Los ministros preparan el altar y, una vez dispuesto el mismo, el Obispo con sus diáconos se acerca al mismo, mientras el nuevo párroco permanece en su lugar, y la misa prosigue como habitualmente.
Durante el canto del Santo, el nuevo párroco (y los demás celebrantes) se acercan al altar. El nuevo párroco se coloca a la derecha del Obispo, un poco rezagado para dejar sitio al diácono cuando deba realizar algún ministerio, y la misa continúa como de costumbre. Es muy oportuno usar en este día el Canon Romano.
Antes de la bendición final, se firma el acta de posesión, una quedará para los archivos parroquiales, y otra para los archivos de la Curia Metropolitana.
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