Rezo del Santo Viacrucis
REZO DEL SANTO VIACRUCIS
El día viernes del tiempo cuaresmal se reza el viacrucis donde nos recuerda las estaciones de la vía dolorosa, de ahí su nombre Vía Crucis (Vía de la cruz).
En la hora indicada y en el lugar indicado, el que oficia el rosario debe de usar su traje coral con una estola de color morado.
Se posiciona en el altar donde se encuentra la primera estación y dice:
℣.Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros emigos,
libranos Señor Nuestro.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espiritu Santo,
℣. Señor mío, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonaréis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.
Primera Estación (I): Jesús sentenciado a muerte:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Pilato le preguntó: «Entonces, ¿tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho: yo soy Rey. Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo. Todo el que está del lado de la verdad escucha mi voz.»
Pilato dijo: «¿Y qué es la verdad?» Dicho esto, salió de nuevo donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún motivo para condenar a este hombre, pero aquí es costumbre que en la Pascua yo les devuelva a un prisionero: ¿quieren ustedes que ponga en libertad al Rey de los Judíos?»
Ellos empezaron a gritar: «¡A ese no! Suelta a Barrabás.» Barrabás era un bandido.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. ADORADO Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que te sentenciaron a muerte.
Por los méritos de este doloroso paso, te suplico que me asistas en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Segunda Estación (II): Jesús carga la cruz hacia el calvario:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
℟. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo entero.
℣. Lectura del Evangelio según san Juan 19, 6-7. 16-17:
Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (Que quiere decir en hebreo Gólgota).
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Tercera Estación (III): Jesús cae por primera vez:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraran descanso para sus almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que te hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, líbrame de incurrir en pecado mortal.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Cuarta Estación (IV): Jesús se encuentra a su madre en el camino al Gólgota:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y después de aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. AMANTÍSIMO Jesús mío: por la pena que experimentaste en este encuentro, concédeme la gracia de ser verdadero devoto de tu Santísima Madre. Y tú, mi afligida Reina, que fuiste abrumada de dolor, alcánzame con tu intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de tu Hijo.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Quinta Estación (V): Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Cirineo llamado Simón, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. DULCÍSIMO Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y abrazo; Acepto en particular la muerte que tengas destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la tuya, y te la ofrezco.
Tú quisiste morir por mi amor, yo quiero morir por ti y por darte gusto; ayúdame con tu gracia.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Sexta Estación (VI): La verónica limpia el rostro de Jesús:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. AMADO Jesús mío: en otro tiempo tu rostro era hermosísimo; más en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura.
¡Ah Señor mío, también mi alma quedó hermosa a tus ojos cuando recibí la gracia del bautismo, más yo la he desfigurado después con mis pecados! Solamente tú, ¡oh Redentor mío!, puedes restituirle su belleza pasada: hazlo por los méritos de tu Pasión.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Séptima Estación (VII): Jesús cae por segunda vez:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Para esto han sido llamados, pues Cristo también sufrió por ustedes, dejándoles un ejemplo, y deben seguir sus huellas. El no cometió pecado ni en su boca se encontró engaño. Insultado, no devolvía los insultos, y maltratado, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios que juzga justamente.
El cargó con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa. Y por su suplicio han sido sanados.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. Oh, pacientísimo Jesús mío, tus tantas veces me has perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofender. Ayúdame, por los méritos de esta nueva caída, a preservar en tu gracia hasta la muerte, haz que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a ti.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Octava Estación (VIII): Jesús se encuntra a las mujeres de Jerusalén llorando:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos.
Porque llegarán días en que se dirá: «Bienaventuradas las mujeres que no tienen hijos y las que no dieron a luz ni amamantaron.» Entonces dirán: « ¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!» « ¿Porque si así tratan al árbol verde, qué harán con el seco?»
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. AFLIGIDO Jesús mío: lloro las ofensas que te he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que te he dado a ti, que tan ardientemente me has amado. No es tanto el infierno, como tu amor, el que me hace llorar mis pecados.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Novena Estación (IX): Jesús cae por tercera vez:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Ustedes son los que han permanecido conmigo, compartiendo mis pruebas. Por eso les doy autoridad como mi Padre me la dio a mí haciéndome rey. Ustedes comerán y beberán a mi mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.
¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.»
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. ATORMENTADO Jesús mío: Por los méritos de la debilidad que quisiste padecer en tu camino al Calvario, dame la fuerza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar tu amistad.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Décima Estación (X): Jesús es despojado de sus vestiduras:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Los soldados cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a su suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. INOCENTE Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufriste, ayúdame a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para que pueda yo poner todo mi amor en ti, que tan digno eres de ser amado.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Décima Primera Estación (XI): Jesús es clavado en la cruz:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio Jesús. Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús el Nazareno, el rey de los judíos», leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, griego y latín.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijieron a Pilato: «No escribas “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos». Pilato les contesto: «Lo escrito, escrito está».
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. INOCENTE Jesús mío: Clava mi corazón a tus pies para que quede siempre ahí amándote y no te deje más.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Décima Segunda Estación (XII): Jesús muere en la cruz:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura.
Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu..
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. Oh, difunto Jesús mío, beso enternecido esa cruz en que por mí has muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, más la tuya es mi esperanza.
Ea, pues, Señor, por los méritos de tu santísima muerte, concédeme la gracia de morir abrazado a tus pies y consumido por tu amor. En tus manos encomiendo mi alma.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Décima Tercera Estación (XIII): Jesús es bajado de la cruz:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús, pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que dice la verdad. Y da este testimonio para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un solo hueso.
Y en otro texto dice: Contemplarán al que traspasaron. Después de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de Jesús, pero no lo decía por miedo a los judíos. Pidió a Pilato la autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se la concedió. Fue y retiró el cuerpo.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. Oh, difunto Jesús mío, beso enternecido esa cruz en que por mí has muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, más la tuya es mi esperanza.
Ea, pues, Señor, por los méritos de tu santísima muerte, concédeme la gracia de morir abrazado a tus pies y consumido por tu amor. En tus manos encomiendo mi alma.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Décima Cuarta Estación (XIV): Jesús es colocado en el sepulcro:
℣. Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.
En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido enterrado. Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los judíos, enterraron allí a Jesús.
Se hace una pequeña homilía sobre el evangelio leído, después de la homilía se dice la siguiente oración:
℣. Oh, Jesús mío sepultado, beso esa losa que te encierra, tú resucitaste después de tres días; por tu resurrección, te pido y te suplico que me hagas resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eternamente contigo en la gloria, amándote y bendiciéndote.
Te amo, ¡oh Jesús mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de ti otra vez; has que te amé siempre y dispón de mí como te agrade.
℟. Amén.
℣. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
℟. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; nonos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
℣. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
℟. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
℟. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
℣. ℟. Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Al terminar la estación, se contempla un momento la estación, mientras se recita un canto propio del viacrucis.
Oracion Final:
En la última estación, se mira a la asamblea y se dice la oracion final:
℣. Te suplico, Señor, que me concedas por intercesión de tu Madre, la Virgen, que cada vez que medite tu pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que tú has hecho por mí y tus constantes, lo que tú has hecho por mí y tus constantes beneficios.
Haz, señor, que me concedas por intercesión de tu Madre, la virgen que, cada vez que medite tu pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que tú has hecho por mí y tus constantes beneficios.
Haz, Señor, que me acompañe durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad.
Virgen Santísima de los Dolores, mírame cargando la cruz de mi sufrimiento; acompáñame como acompañaste a tu hijo Jesús en el camino del Calvario; eres mi Madre y te necesito.
Ayúdame a sufrir con amor y esperanza para que mi dolor sea dolor redentor que en las manos de Dios se convierta en un gran bien para la salvación de las almas.
℟. Amén.
℣.Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros emigos,
libranos Señor Nuestro.
En el nombre del Padre,
del hijo y del Espiritu Santo,
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