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Libreto Litúrgico | Inicio del novenario a San José
LIBRETO
INICIO DEL NOVENARIO A SAN JOSÉ
PRESIDE SU EMINENCIA
ROBERTO DELGADO
ARZOBISPO METROPOLITANO
CATEDRAL BASÍLICA METROPOLITANA DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA
X.III.MMXXV
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Al excelso José)
Claro sol de la Iglesia brillante
cuyos rayos de plata y zafír
iluminan el alma que errante
en tinieblas marchara sin ti.
Al excelso José tributemos
alabanzas de gloria y honor;
Y su augusto poder imploremos
de la Iglesia de Cristo en favor.
Ay enciende en mi pecho tu lumbre
de Jesús y su madre el amor
y así llegue del cielo a la cumbre
solo ansiando la gloria de Dios. ℟.
Te juramos José no olvidarte
nuestro escudo será tu poder
y tu amor nuestro amparo y baluarte
que nos haga vencer a luzbel. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
La paz esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Pausa de silencio.
todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.
Luego, prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD
(Misa melódica)
SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS
SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
CRISTO TEN PIEDAD DE NOSOTROS
CRISTO TEN PIEDAD DE NOSOTROS
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS
SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
DE NOSOTROS SEÑOR TEN PIEDAD
GLORIA
(Misa melódica)
GLORIA, GLORIA, GLORIA,
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS, TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
POR TU INMENSA GLORIA,
TE DAMOS GRACIAS,
¡SEÑOR! ¡SEÑOR!,
DIOS REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODO PODEROSO. ℟.
SEÑOR, HIJO ÚNICO JESUCRISTO,
SEÑOR, DIOS CORDERO DE DIOS,
HIJO DEL PADRE,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
ATIENDE A NUESTRAS SÚPLICAS,
TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
PORQUE SOLO TÚ ERES SANTO,
SOLO TÚ SEÑOR
SOLO TU ALTÍSIMO, JESUCRISTO.
CON EL ESPÍRITU SANTO,
EN LA GLORIA DE DIOS PADRE.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el Obispo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Luego el Obispo, con los brazos abiertos, dice la oración colecta:
Oh Dios, que con inefable providencia elegiste a san José como esposo de la Madre de tu Hijo, concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(2 Sam 7, 4-5. 12-14. 16)
El Señor Dios le dará el trono de David, su padre
Lectura del segundo libro de Samuel:
En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino.
Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente"
Palabra de Dios
℟. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSARIAL
(Sal 88)
℟. Su descendencia perdurará eternamente.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. ℟.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente. ℟.
Él me podrá decir: Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Rom 4, 13. 16-18. 22)
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó
Del libro de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos:
Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.
En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.
Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.
Palabra de Dios
℟. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO
(Sal 83, 5)
℟. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que viven en tu casa; siempre, Señor, te alabarán.
℟. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Mientras tanto, el Obispo, cuando se utiliza incienso, lo coloca en el incensario. El diácono, que proclamará el Evangelio, inclinándose profundamente ante el sacerdote, pide en voz baja la bendición:
Padre, dame tu bendición.
Padre, dame tu bendición.
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
Amén.
EVANGELIO
(Mt 1, 16. 18-21. 24)
José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
V. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Mateo
℟. Gloria a ti, Señor.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo.
José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor
℟. Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego lleva el libro al Obispo, que lo besa en silencio y bendice al pueblo.
Luego, el Sacerdote hace la homilía
ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar:
Hermanos, con la confianza de que Dios escucha nuestras oraciones, como escuchó a San José, dirijamos nuestras súplicas diciendo:
℟. Por intercesión de San José, escúchanos, Señor.
Por el Papa Clemente III, para que con sabiduría dirija a nuestra Iglesia, como San José dirigió a la familia de Nazareth. Oremos. ℟.
Por los que gobiernan las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que la sabiduría de Dios les ilumine en la conducción de los pueblos. Oremos. ℟.
Por los que sufren, especialmente por los huérfanos, para que encuentren un hogar que les adopte y acojan con alegría. Oremos. ℟.
Por todos nosotros, para que, al celebrar la memoria de San José, sepamos imitar sus virtudes. Oremos. ℟.
El sacerdote termina la plegaria universal:
Padre Santo, que has constituido un Reino destable para siempre para aquellos que se aben a la gracia de la justificación, escucha nuestras oraciones y haz que todos los hombres sean salvados por tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
℟. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
(Bendito seas, Señor)
Bendito seas, Señor, por este pan y este vino,
que generoso nos diste para caminar contigo,
y serán para nosotros alimento en el camino.
Te ofrecemos el trabajo, las penas y la alegría,
el pan que nos alimenta y el afán de cada día.
Te ofrecemos nuestro barro que oscurece nuestras vidas
y el vino que no empleamos para curar las heridas.
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. A continuación, el diácono inciensa al Obispo y al pueblo.
A continuación, el Obispo, de pie junto al altar, se lava las manos, orando en silencio.
Después, de pie en medio del altar y de cara al pueblo, el Obispo extiende y junta las manos y dice:
Oren, hermanos, para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo se levanta y responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Obispo, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Al ofrecerte este sacrificio de alabanza, te rogamos, Señor, que nos proteja en esta vida la intercesión de san José, a quien confiaste la misión de custodiar, como padre, a tu Hijo unigénito. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
PREFACIO
La misión de San José
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la veneración de san José. Porque él es el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios; el servidor fiel y prudente que pusiste al frente de tu Familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu único Hijo, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
SANTO
(Misa melódica)
SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO.
LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP:
SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios. Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
CP:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1:
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2:
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Clemente, a nuestro Obispo Roberto, al Orden episcopal, a los presbíteros y a estos hijos tuyos que han sido ordenados hoy ministro de la Iglesia, a los demás diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. En el día santo, en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne hecho hombre. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
CP o CC:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz, dense la paz como signo de reconciliación.
CORDERO DE DIOS
(Misa melódica)
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS QUE QUITAS, EL PECADO DEL MUNDO,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ,
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ,
DANOS DANOS, DANOS LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
(Canto del profeta)
Antes que te formaras
Dentro del vientre de tu madre
Antes que tú nacieras
Te conocía y te consagré
Para ser mi profeta
De las naciones yo te escogí
Irás donde te envíe
Y lo que te mande proclamarás.
Tengo que gritar, tengo que arriesgar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro
Tengo que andar, tengo que luchar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro.
No temas arriesgarte
Porque contigo yo estaré
No temas anunciarme
Porque en tu boca yo hablaré
Te encargo hoy mi pueblo
Para arrancar y derribar
Para edificar, destruirás y plantarás.
Deja a tus hermanos
Deja a tu padre y a tu madre
Abandona tu casa
Porque la tierra gritando está
Nada traigas contigo
Porque a tu lado yo estaré
Es hora de luchar
Porque mi pueblo sufriendo estáAntes que te formaras
Dentro del vientre de tu madre
Antes que tú nacieras
Te conocía y te consagré
Para ser mi profeta
De las naciones yo te escogí
Irás donde te envíe
Y lo que te mande proclamarás.
Tengo que gritar, tengo que arriesgar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro
Tengo que andar, tengo que luchar
Ay de mí si no lo hago
Cómo escapar de ti, cómo no hablar
Si tu voz me quema dentro.
No temas arriesgarte
Porque contigo yo estaré
No temas anunciarme
Porque en tu boca yo hablaré
Te encargo hoy mi pueblo
Para arrancar y derribar
Para edificar, destruirás y plantarás.
Deja a tus hermanos
Deja a tu padre y a tu madre
Abandona tu casa
Porque la tierra gritando está
Nada traigas contigo
Porque a tu lado yo estaré
Es hora de luchar
Porque mi pueblo sufriendo está.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Renovados con este sacramento de vida, te suplicamos, Señor, que, por el ejemplo y la intercesión de san José,
tu servidor fiel y obediente, vivamos siempre consagrados a ti en justicia y santidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.
ORACIÓN DEL AÑO SANTO JUBILAR
Todos:
Señor, elevamos nuestros corazones a ti llenos de gratitud por la bendición de los últimos 10 años de nuestra comunidad. Ante ti, reconocemos la importancia de este espacio virtual que une corazones, promueve amistades y fortalece lazos fraternos entre quienes buscan la fe.
Damos gracias, Señor, por cada miembro de esta comunidad, por sus aportes, por el compartir de amor, amistad y alegría que se manifiesta en cada construcción y encuentro virtual. Que el espíritu de solidaridad y compasión siga creciendo entre nosotros, guiándonos por el camino de la fraternidad y el respeto mutuo.
Que bendigas a todos los que trabajan en este ambiente, dedicando su tiempo y esfuerzo a mantener este espacio de evangelización. Concédeles sabiduría, paciencia y discernimiento para guiar a la comunidad por el camino de la paz y la justicia. Que este jubileo sea un hito para un nuevo ciclo de crecimiento espiritual, en el que podamos seguir siendo un faro de fe y esperanza para todos los que encuentran refugio e inspiración en esta comunidad.
Bendícenos, Señor, para perseverar en la construcción de un entorno que refleje tu luz y tu amor. Que nuestras acciones y palabras estén siempre guiadas por tu voluntad, y que seamos testigos, a través de este espacio, de la belleza de la comunión y de la amistad cristiana.
Señor, que durante este jubileo crezca en nosotros el espíritu de solidaridad, para que estemos siempre dispuestos a ayudarnos y apoyarnos unos a otros, especialmente a los que más lo necesitan. Por Cristo nuestro Señor.
Señor, fuente de vida y de verdad, despierta en nosotros el deseo de ser santos. Haznos comprender que esta luz no viene de nosotros, sino de ti. Fórmanos para que seamos testigos del santo Evangelio en todas partes, especialmente en los confines de la tierra. Ayúdanos a crecer en la caridad y a conservarnos en la santidad.
El pueblo responde:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN SOLEMNE
El celebrante recibe la mitra y, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
Todos responde:
Y con tu espíritu.
El Obispo dice:
Que la paz de Dios,
que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano,
custodie su corazón y su inteligencia
en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responde:
Amén.
Entonces, el Obispo, dice:
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Todos:
Amén.
Luego el diácono, o el sacerdote, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
La alegría del Señor sea nuestra fuerza, podemos ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
ANTÍFONA MARIANA
(Ave Regina Caelorum)
Ave Regína cælórum,
Ave Dómina Angelórum:
Salve radix, salve porta,
ex qua mundo lux est orta:
CANTO DE SALIDA
(Himno a San José)
Hoy a tus pies ponemos nuestra vida
Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José!
Escucha nuestra oración y por tu intercesión
Obtendremos la paz del corazón.
En Nazaret junto a la Virgen Santa
En Nazaret, ¡Glorioso San José!
Cuidaste al niño Jesús pues por tu gran virtud
Fuiste digno custodio de la luz.
Con sencillez humilde carpintero
Con sencillez, ¡Glorioso San José!
Hiciste bien tu labor obrero del Señor
Ofreciendo trabajo y oración.
Tuviste Fe en Dios y su promesa
Tuviste Fe, ¡Glorioso San José!
Maestro de oración alcánzanos el don
De escuchar y seguir la voz de Dios.
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