Libreto | Dedicación y Consagración de la Parroquia de la Virgen de San Juan de Los Lagos
SANTA MISA
DEDICACIÓN Y CONSAGRACIÓN
DE LA PARROQUIA
DE LA VIRGEN DE SAN JUAN
DE LOS LAGOS
PRESIDIDA POR S.E.SERGIO GÓMEZOBISPO AUXILIAR DE GUADALAJARA 30.01.2025
Portones alzad los dinteles
Levantaos puertas antiguas
va entrar el rey de la gloria.
El obispo, sin besar el altar, va a la cátedra; los presbíteros concelebrantes, los diáconos y ministros van a sus puestos en el presbiterio.
rociados, en señal de penitencia y en recuerdo del bautismo, y con la cual se purificarán los muros y el nuevo altar. Que el mismo Señor nos ayude con su gracia, para que, dóciles al Espíritu Santo que hemos recibido, permanezcamos fieles en su Iglesia.
Dios, Padre nuestro, fuente de luz y de vida,
que tanto amas a los hombres que no solo los alimentas con solicitud paternal, sino que los purificas del pecado con el rocío de la caridad
y los guías constantemente hacia Cristo, su Cabeza; y así has querido, en tu designio misericordioso, que los pecadores, al sumergirse en el baño bautismal, mueran con Cristo y resuciten inocentes, sean hechos miembros suyos y coherederos del premio eterno; santifica con tu bendición ✠ esta agua, creatura tuya,
para que, rociada sobre nosotros y sobre los muros de esta iglesia, sea señal del bautismo,
por el cual, lavados en Cristo, llegamos a ser templos de tu Espíritu; concédenos a nosotros
y a cuantos en esta iglesia celebrarán los divinos misterios llegar a la celestial Jerusalén.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
El obispo, acompañado por los diáconos, rocía con agua bendita al pueblo y los muros de la iglesia, pasando por la nave de la misma; de regreso al presbiterio, rocía el altar.
Lectura del libro de Nehemías:
El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes.
Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!» Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.
Los levitas exponían la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Ellos leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren.» Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: «Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes.»
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
La ley del Señor es perfecta del todo,
y reconforta l alma;
inmutables son las palabras del Señor,
y hacen sabio al sencillo. R.
En los mandamientos del Señor hay rectitud,
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino. R.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos,
y enteramente justos. R.
Más deseable que el oro y las piedras preciosas
las normas del Señor,
y más dulces que la miel,
de un panal que gotea. R.
Hermanos: Ustedes son la casa que Dios edifica. Yo, por mi parte, correspondiendo al don que Dios me ha concedido, como un buen arquitecto, he puesto los cimientos; pero es otro quien construye sobre ellos. Que cada uno se fije cómo va construyendo. Desde luego, el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto.
¿No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo.
Palabra del Señor.
R. Te alabamos, Señor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios,
cuyos sarmientos llenan el mundo entero,
cuyos renuevos, adheridos al tronco,
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos.
Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, el templo santo, construido con piedras vivas, sobre el cimiento de los Apóstoles,
con Cristo Jesús como suprema piedra angular.
Es la Iglesia excelsa, la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, accesible a todos, y a todos patente, en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados.
Te suplicamos, pues, Padre santo,
que te dignes impregnar con santificación celestial esta iglesia y este altar, para que sean siempre lugar santo y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo.
Que en este lugar el torrente de tu gracia
lave las manchas de los hombres, para que tus hijos, Padre, muertos al pecado, renazcan a la vida nueva.
Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo.
Que resuene aquí la alabanza jubilosa
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo.
Que los pobres encuentren aquí misericordia,
los oprimidos alcancen la verdadera libertad,
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA EUCARISTÍCA
tú vas edificando aquel templo que somos nosotros,
y así la Iglesia, extendida por toda la tierra,
crece unida, como Cuerpo de Cristo,
hasta llegar a ser la nueva Jerusalén,
verdadera visión de paz.
Por eso, Señor,
te celebramos en el templo de tu gloria,
y con todos los ángeles
te bendecimos y te glorificamos, diciendo:
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
R. Amén.
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